Judit, Madre de Ádám

Southampton, Inglaterra

Se ha vuelto una persona más segura de sí misma y ha desarrollado la habilidad de adaptarse

¿Cómo se le ocurrió la idea de que su hijo fuera al extranjero a estudiar en una escuela secundaria?

Al principio queríamos que nuestro hijo cambiara de escuela aquí por el nivel tan bajo en la enseñanza, especialmente por el nivel tan bajo en el que se imparten las clases de inglés. Como en nuestro círculo de amigos y familia muchos niños de uno u otro modo ya habían estudiado en el extranjero como estudiantes de intercambio, empezamos a pensar en esta posibilidad también. Después de  mucho tiempo buscando, encontramos Yourway y en vez de cambiar a nuestro hijo de colegio (o antes de cambiarlo) decidimos inscribirlo en el programa.

¿Fue difícil tomar la decisión?

En general no porque por parte de Ádám había mucha motivación y ganas de participar en esta aventura. Se sentía así hasta la semana de antes del viaje. En ese momento empezó a preocuparse de verdad y, si hubiera podido, lo habría cancelado todo. Como padres, naturalmente estábamos mucho más preocupados porque, hasta que Ádám no cumplió los 16 años, no había pasado más de una o dos semanas sin nosotros, por eso no estábamos seguros de que fuera lo suficientemente maduro como para solucionar solo cualquier problema que le pudiera surgir en relación con la escuela, la familia anfitriona y su integración en una nueva comunidad. Estuvimos a su lado durante todo el tiempo apoyándole y dándole la fuerza suficiente para aprovechar esta oportunidad tan especial de la mejor manera posible.

¿Cómo y con qué frecuencia mantuvieron el contacto con su hijo durante su estancia en el extranjero?

Ádám es nuestro hijo más pequeño y tenemos una relación muy cercana y de total confianza. Antes de irse, ya le gustaba compartir su alegría, tristeza o problemas con nosotros, hecho que no cambió para nada cuando se fue. Hablábamos por Skype casi todas las noches, nos contaba cómo le había ido el día y todas las cosas que le habían ocurrido que consideraba importantes. Volvió a casa dos semanas durante las Navidades y durante las vacaciones de primavera también. Nosotros también le visitamos una vez. Cuando estaba en casa durante las vacaciones, continuamente mantenía el contacto con sus amigos de allí, y después de las vacaciones regresó con entusiasmo y planes a Inglaterra.

¿Cuáles fueron los momentos más difíciles? 

En general, fue mucho más fácil de lo que esperábamos. Antes de su viaje, habíamos hablado mucho sobre la importancia de ser activo y proactivo, por un lado por su propio bienestar y por otro lado para conocer a otras personas. Ádám se comportó así de manera consciente desde su llegada y tuvo éxito, ya que consiguió hacerse amigos bastante rápidamente y se convirtió en parte de un amable grupo internacional con el que hacía planes fuera de la escuela también, por ejemplo, iban de excursión los fines de semana. Aunque nosotros le echábamos mucho de menos, era mucho más fácil soportar su ausencia cuando nos contaba cosas sobre sus experiencias, sus aventuras y sus amigos. Para una madre, con oír su voz, ya sabía cómo andaba de ánimo. Aunque tenía problemas (dificultades con una asignatura, conflictos en el circulo de amigos, o con la madre anfitriona por no ordenar su habitación), lidiaba bien con ellos y nunca se volvió apático, amargado u nostálgico. (Algo personal: Aparte de todo eso, para mí como madre, lo más difícil fue acompañarle al aeropuerto después de Navidad. No lloré delante de él pero después de que lo perdiera de vista en la terminal, no pude dejar de llorar hasta llegar a casa.)

¿Sentía usted que su hijo se encontraba en un lugar seguro durante su estancia en el extranjero?

¡Totalmente! Por suerte, Adam vivía con una familia anfitriona estupenda. Le trataban con cariño y humor pero también prestaban especial atención a que Ádám cumpliera las reglas. Por ejemplo, cada tarde tenía que llegar a casa a tiempo y antes de las actividades de fin de semana que duraban varios días o, en caso de una invitación a una fiesta pasando la noche allí, siempre nos pedían nuestro consentimiento por escrito. La escuela nos informaba cada mes sobre su progreso y ausencias (que no hubo).

¿Cuál fue la mayor ventaja del programa para su hijo? 

Se ha vuelto una persona más segura de sí misma y ha desarrollado la habilidad de adaptarse a cosas y situaciones diferentes, de ser autosuficiente. Sus conocimientos del idioma se han afianzado y surgen de manera más segura y natural. El programa es una experiencia única. Ádám ha podido conocer a otros jóvenes extranjeros y a través de ellos también otras culturas y rasgos característicos de otras nacionalidades. Ha mantenido conversaciones sobre cosas importantes en la vida, incluso discusiones acaloradas (¡en inglés!). En general, gracias a su estancia se la han abierto unos horizontes mucho más amplios y ha adquirido una imagen más profunda y compleja sobre el mundo que, de no haber viajado, se hubiera perdido.

¿En qué medida cambió la personalidad de su hijo?

Sin duda alguna, de una manera positiva (como ya he descrito).

¿Se arrepintió en algún momento de que su hijo participara en el programa? ¿Por qué?

¡Claro que no!

¿Recomendaría el programa a otras personas también? ¿Por qué?

¡Claro que sí! Hacer semejante viaje en la adolescencia, que es cuando se está más abierto a experiencias nuevas, es una oportunidad única y no sólo para aprender el idioma, sino también para vivir la diversidad del mundo (y encontrar su propio lugar en él). Es la mejor inversión.